martes, 19 de octubre de 2010

imágenes que vuelven

Y al mirar la ciudad como si abriera un álbum de hace veinte años atrás contemplaba todo con esa serenidad que me daba la distancia entre lo vivido y el momento en que lo recordaba, caminando por las calles angostas de Essen Werden, el lugar de mis 18 años y las frenéticas danzas cotidianas, el lugar de los bosques rojos en otoño que volví a recorrer una vez más hace unos días. Las imágenes del pasado volvían como una ráfaga de viento que acariciaba mi cara: las castañas mudas, reposando al pie de los árboles, con un trozo de cáscara pelada en forma de luna llena que yo solía pintar después de recogerlas en los bosques; la isla entre tinieblas en medio del río y los puentes de camino a la escuela de artes adonde iba cada mañana. Todo parecía haberse congelado igual que en el tiempo del recuerdo pero era sólo un parecer; no sólo yo había cambiado, también las cosas siguieron en movimiento, trazando su curso, dando volteretas, aunque sus metamorfosis hayan sido a veces sutiles e imperceptibles. En el caso del viejo café “Felicita” adonde siempre iba a escribir después de las clases de danza, la transformación había sido radical, se había convertido en una tienda de electrodomésticos pero el local seguía siendo el mismo de antes. Cada vez que miraba hacia allí, en lugar de lavarropas y microondas veía mesitas de café, y volví a verme sentada con un cuaderno abierto y una lapicera, mirando por la ventana a la gente pasar como si estuviera viajando en tren. Esa imagen del café me llevó a otra estación, la del el museo Folkwang donde había estado el día anterior a la caminata por Essen Werden, mirando una exposición sobre París bajo el punto de vista de los pintores impresionistas que aún nos siguen revelando lo maravilloso de un momento cualquiera que se disolverá en un abrir y cerrar de ojos, cuando el sol se corra y cambien de lugar las sombras, cuando una mujer anónima apague su último cigarrillo, y deje su asiento vacío en un café de Montmartre que podría haber sido de Montevideo o de cualquier parte del mundo.

2 comentarios:

  1. Querida Ale: ler teu novo texto de 19.10.2010 me deixou muito feliz. Por voce ter podido percorrer suas lembranças, que como bem dissestes "não ficaram congeladas, e sim se moveram," como voce e a continuidade que deu em/para a sua vida. E que enorme alegria, senti, por alguns segundos de tambem poder me transportar para aquelas paragens: Cafe Felicitá.... a Escola, o Museu, a Ilha....e bem sei nossos bons amigos-amados em comum: Herbert & Dorothea. Que bom receber noticias poeticas de um lugar que gosto muito, e de pessoas que amo muito. Prazer tambem poder "ouvir" voce e seus sentimentos. Um grande abraço aqui de São Paulo da amiga de "muito" SAYÔ

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  2. Muchas Gracias Sayo por compartir tus sentimientos. Lo valoro enormemente!!!

    Sí, para mí también es fuerte y muy emotivo volver a reencontrarme cada vez con nuestros tan queridos amigos, Herbert y Dorothea, y con ese lugar mágico como es Essen Werden donde compartimos juntos tantas cosas importantes.

    Un gran abrazo para tí, Ale

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