Un café en el segundo piso
un ventanal que da a la entrada de la estación
sentada como en el palco de un teatro,
sigo un mundo en movimiento mientras saboreo un café.
A mi derecha, la boca del metro y un grupo de jóvenes
se dejan llevar por la escalera mecánica, descienden
al mundo subterráneo de los metros y los sueños,
construidos después de la segunda guerra mundial.
Desde arriba, la gente se ve pequeña,
escurriéndose por todas partes.
Algunos ni caminan, despliegan alas detrás del tren
como si fuera el último, como si se les fuera el aliento.
Me reconozco en esta “pequeñez” humana,
corriendo detrás de las horas. Otros se desplazan tranquilos.
Y sus sombras bailan con ellos.Vienen de paseo, su andar es liviano,
y sus miradas saltan de un lugar a otro, sin rumbo fijo.
Un muchacho anclado en medio del hall.
Lleva pantalón corto y sombreo al estilo cowboy
con una mochila azul y una cámara colgada al cuello.
¿Esperará a alguien? ¿Lo vendrán a buscar?
Su cara gira de un lado a otro
como un faro en medio de la noche.
Nada queda de la vieja estación; ni humo ni huellas.
Róterdam, ciudad ave fénix,
después del último bombardeo.
Es una preciosa "postal" desde tu mirada, desde el objetivo de una cámara que refleja también las emociones intuidas de los seres que transitan ese espacio,mientras tú, saboreas tu café.
ResponderBorrarMe gustó mucho la sensación de pequeñez del ser humano sumergido en la vorágine de la ciudad.
Es hermoso Ale!
Un besote
¡Muchas gracias! Tus análisis son siempre un gran aporte. Los valoro mucho.
ResponderBorrarUn abrazo