martes, 30 de marzo de 2010

los mirlos en el parque

De golpe, apareció un pájaro entre las plantas. Y detrás de él, salió otro, del mismo tamaño y del mismo color. Eran dos mirlos. Ambos tenían un plumaje negro tan brillante, como si recién se lo hubieran lavado en una fuente. Los pájaros se quedaron quietos, como a la mira de algo, hasta que se sintió el canto de un tercer pájaro que no se veía. En ese momento, el mirlo que había aparecido primero, dio unos saltitos sobre el camino de tierra que atravesaba el parque. Detrás de él, lo siguió el otro. Los dos parecían proponerse seguir la melodía de aquel pájaro que se mantenía oculto, y durante los intervalos de silencio, volvían a detenerse. Quizás, recibieran determinadas señales del tercer pájaro. La música de este pájaro invisible sonaba con tal belleza y precisión que cualquier músico de orquesta lo hubiera envidiado; sus acordes parecían venir de la copa de un árbol lleno de flores que se agitaban suavemente; a lo mejor, era el aleteo del pájaro que sacudía aquellas faldas de pétalos blancos. De repente, se hizo un intervalo de silencio más largo que los anteriores, las flores del árbol dejaron de moverse, y los dos mirlos despegaron de la tierra en un rápido vuelo, desapareciendo del parque, como si el azul del cielo se los hubiera tragado.

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