miércoles, 8 de septiembre de 2010

molino de luz

Nubes en el horizonte, sombras en el mar, manchas de tinta azul o piedras flotando en el agua como cosas suspendidas en el tiempo y en el espacio.
Lo único que escuchábamos era el constante zumbido del barco, y su proa, como si fuera una tijera, cortaba aquella tela infinita arrugándola en olas pequeñas.
Viajábamos hacia Ameland; una de las islas del norte de Holanda. Durante el verano, cuando la marea está muy baja, ¡se puede caminar sobre ella y llegar hasta esas islas!
Nos hospedamos en un pueblo llamado Hollum. Por las noches salíamos a caminar, desde lejos siempre se veía la luz del faro; estrella gigante que apuntaba hacia distintas direcciones en medio de un pequeño bosque desde donde aún no se alcanzaba a ver el mar pero sí se escuchaban sus rugidos cada vez que se levantaba viento.
Después de caminar un kilómetro llegamos hasta los pies de aquel antiguo faro; “molino de luz” que guiaba a los barcos en medio de la noche y agitaba nuestros corazones como las hojas de los árboles.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario