miércoles, 9 de agosto de 2017

detrás de la cámara



                                                 Fotografía: ©Fernanda Montoro



Viernes de lluvias. Cerrando la semana con un cielo encapotado por donde no se cuela ni una pizca de azul. La cama grande poblada de imágenes, como si cada una formara parte del acolchado. Fabrizio y yo miramos una colección de fotos de cuando él recién había nacido: Fabrizio de tres meses en el cochecito en un café de Delft, mientras yo leía un libro a su lado; en brazos de su padre en una playa de la isla de Rodas; en brazos de su tía Martina, al lado del pino navideño. Fabrizio con un año y medio dando sus primeros pasos en la casa de la abuela de Chris, cuando ella aún vivía. Él se mira a sí mismo fascinado, esbozando una media sonrisa cada vez que le cuento una historia de sus primeros años. Cuando acabamos de mirar las fotos, las guardamos en una caja y bajamos a preparar la merienda. Puse a hervir agua para un té. Busqué en un estante un paquete de galletas María. Fabrizio se paró enfrente a la fotografía Jardin du Palais  y se quedó mirándola un buen rato. -Mami, ¿y yo dónde estoy? -En esa foto no estás. -le respondo, con una caricia en el pelo. -¿Y de quién es el triciclo? -No lo sé. Quizá sea de otro niño. -Un niño que se lo olvidó en el parque.-dijo Fabrizio con mirada pensativa. -¿Y quién hizo la foto? -Nuestra amiga Fernanda. -¿Y dónde está Fernanda? -Del otro lado de la cámara. Fabrizio me miró con una expresión desborda de asombro. Y después de un breve silencio, me dijo: -Mami, ¿dónde está el iPad? yo también quiero hacer una foto. 



                                                   Dedicado a Fernanda Montoro y Fabrizio Maat.
                                        

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