I
A veces tan cerca
de una mirada en un café,
de un gesto que me recibe
como si adivinara lo que pienso
y leyera cada uno de mis movimientos,
al elegir un lugar cerca de la ventana.
En frente a mi mesa
una mujer me da las gracias
en otro idioma, inclinando la cabeza,
cuando le alcanzo el monedero
que se le cayó al suelo.
Este es el momento y el lugar
donde quiero estar
donde me siento abrazada
contenida
reconociendo
las huellas de aquí
y de allá.
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