sábado, 14 de noviembre de 2015

tranvías


Las cosas se deslizan en silencio detrás de la ventana, como si no tuvieran importancia: una nube, una bicicleta, un paraguas rojo, una mujer con pelo violeta y minifalda, un árbol sin hojas, canales, puentes, árboles, un barco de carga, un caballo, un semáforo. Nadie mira hacia afuera. El foco de atención de los pasajeros se reduce a la minúscula pantalla de un celular. Todo parece trivial en esa letanía silenciosa en la que se desplaza el mundo de los adultos. Pero cuando mi hijo empieza a nombrar con entusiasmo cada cosa por su nombre, es como si se despertaran y recobraran vida. 

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