domingo, 7 de agosto de 2016

árboles


Como si se hubieran puesto de acuerdo; los árboles en fila, con la misma distancia entre unos y otros, instalan un silencio de cielo verdoso. Árboles que hablan sin palabras. Árboles que reflejan los sueños que aún nos quedan por soñar, los deseos a medio camino, los días desteñidos por la lluvia, los amaneceres desbordados de incertidumbre, de esperanza contenida, de abrazos a punto de estallar. Al fondo, otros se diluyen en la niebla. Y en el primer plano de la foto se asoma un triciclo, resonancia de la infancia, tan vívida como los árboles. Apenas se vislumbra el contorno de una mujer allá a lo lejos, pequeña como una almendra se ampara bajo las hojas. Las fronteras se diluyen entre arte y realidad, entre la música de un instrumento que podría estar oculto y el silencio. No soy la misma después de haberme entregado a esta caminata. No hay retorno en este día. Ni pretendo que lo haya. Quiero avanzar por el sendero de los árboles y escucharlos. Estoy dispuesta a entregarme a una nueva dimensión. La que mis ojos sean capaces de discernir. 

                                                                                             (Inspirado en una foto de Fernanda Montoro) 

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