martes, 25 de septiembre de 2012

espera otoñal


Si yo fuera él, tampoco saldría al mundo en un día como este. Aunque tiene algo de fascinante. Del otro lado, ruge el viento, las ramas lo golpean, los árboles danzan la “consagración del otoño” con una música que Stravinski crearía para esta ocasión. Caen hojas, pinceladas amarillas que cubren el césped, llueve en diagonal, el vidrio de la ventana se cubre de perlas transparentes, una ráfaga de sol atraviesa las nubes en movimiento, reconozco enseguida los cielos cambiantes de Vermeer. La luz vuelve a apagarse, sobre la mesa del comedor, girasoles de cabezas caídas, hoy es un día que se presta más para los claro-oscuros de Rembrandt. Un perro mojado atraviesa el parque, y yo, con mi té verde y mi pan de jengibre, a la espera.

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