martes, 16 de octubre de 2018

Poemas de emigrante


IV


“Tenían un lugar”
en aquella exposición
de espléndidas fotos.
Con turbantes de colores, 
piel morena empalidecida 
por la falta de sol, y ojos tristes. 


Lejos de África, lejos del sol 
que se esconde detrás de las Acacias,
mientras las cebras y las jirafas dejan sus huellas 
sobre la tierra roja al cruzar los caminos.
Lejos de ritmos, aromas diferentes, 
sabores de otras frutas,
colores y animales de otros paisajes. 


Buscan un lugar donde vivir mejor,
apretados en apartamentos viejos de Amsterdam, 
sin luz, ni gas, ni calefacción.
Nos miran con ojos perdidos
a través de una foto.
Bañeras antiguas desbordadas de ropa
que mujeres con turbantes lavan a mano,
bajo la luz de unas velas. 


Sin luz, ni gas, ni calefacción, 
sombras que se derriten en los muros 
y en el silencio agrietado por la indiferencia.
El invierno holandés 
se filtra por los muros de las casas,
penetra marcos de ventanas
y huesos cansados. 


Buscaban una nueva vida, 
un lugar donde ser,
pero “son” parte de un mural,
parte de una exposición de fotos 
de primera calidad que denuncian
cómo muchos Africanos, ¿viven o sobreviven?
en el “primer mundo”. 


No pretendo “darles un lugar”
ni en las raíces, ni en las hojas
de este poema.
Simplemente, comparto mi impotencia, 
y los abrazo con estos versos. 

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