domingo, 2 de marzo de 2014

bloques de madera


Una vez escuché que alguien decía que el amor no era puro deseo ni “sentir algo bonito” por otra persona, sino un estado de la voluntad que nos permitía entregarnos por entero. Interpreto este estado de la voluntad como el motor universal que hace girar al mundo. Lo veo encenderse en mi hijo de un año y medio cuando se despierta cada mañana y empieza a jugar con sus bloques de madera, trasladándolos de un lugar a otro, como si la vida se le fuera en eso, como si ese acto de jugar fuera lo más importante. Las imágenes poéticas son los bloques que me invitan a sentir, a crear, como si por un momento pudiera "detener" al tiempo y no envejecer tan rápido.

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