miércoles, 10 de agosto de 2016

sobre el papel


Un exprimido de naranja al lado del café recién servido. El sol se va desplazando en dirección a las uvas dejando a las manzanas en sombras. Un gato gris se pasea por el tejado de los vecinos. Una niña con una solera a lunares y lentes de sol atraviesa la calle en patines. Fabrizio dibuja una casa con muchas ventanas y un sol con ojos y sonrisa.
Chris empieza a construir un tractor de Lego de más de 2000 piezas, y yo acabo de leer unos poemas de Alejandra Pizarnik. El ruido del lavarropas y una montaña de toallas dobladas al lado mío me recuerdan que la mañana se ha puesto en marcha, que aún está todo por hacerse, por escribirse. Los minutos se van tejiendo con sutileza soldándose unos con otros hasta llegar al borde de las horas y traspasarlas, como puentes que se van dejando atrás en el camino de una ancha carretera. La esencia de las cosas se reanima al escribirlas. Y al verlas sobre el papel, me reaniman a mí. Como si las acciones al ser escritas se afianzaran más en sus movimientos creando un fluido vital inagotable.
En cada palabra, echo raíz. 

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